“El rugby necesita actualizar sus valores”

 “El rugby necesita actualizar sus valores”

Aun admitiendo que extraña mucho el rugby, el ser y estar en el club, «su» club, Universitario, en «su» deporte, el rugby, y que nunca vivió “algo parecido” a este aislamiento por pandemia, Carlos Alberto Valdez, en adelante Cacho, está lejos de inhibirse de atender las problemáticas que afectan al deporte que abrazó hace 70 años, y que ama y defiende con un solo rótulo: amateur. “Yo soy amateur”, repite a sus 87 años, cuando recibe a Scrum 5 en su departamento, metro y medio de distancia mediante, para hablar sin tapujos…y sin barbijos.

Fue esa respuesta, la de “soy amateur”, la que, recuerda Cacho, le ofreció al cordobés Diego Domínguez, en oportunidad de que éste le pedía opinión en una mesa de rugby cuando ante dirigentes tucumanos tiraba la idea de armar una red de televisación de partidos de los torneos tucumanos, rosarinos y cordobeses. “Yo no puedo opinar querido, soy amateur”, insistió -dice Valdez- encogiendo sus hombros ante Domínguez. Era claramente un rechazo a la idea. Porque a Cacho se le reconoce su férrea defensa del rugby de clubes -y en los clubes- y su rechazo a los nuevos términos como rugby de base y  también su contra hacia el profesionalismo vigente a nivel selección y franquicias. Hablará de ellos más adelante.

Valdez contempla una de las paredes de su departamento, que relatan con fotos y otros enmarcados momentos de su historia en el deporte.
Cacho está bien. Se lo ve muy bien en su departamento ubicado frente a la plaza independencia, al lado de Casa de Gobierno, donde reside desde hace 20 años junto con Rossana, su compañera hace 30 años y esposa desde hace tres. “Gracias flaca, por ello y por todo”, le agradece en un página a quien considera la impulsora de la segunda parte de SENTIMIENTO, un libro de 132 páginas llenas de recuerdos, anécdotas, experiencias y poemas, al que, por cierto, citaremos en este recorrido más de una vez. Es que ese escrito certifica el amor y respeto profundos de Cacho por el deporte, por el rugby y por Universitario, ese gran club, «su» club, que nació en 1943, aunque para Valdez, en 1955.

Es que los mayores de esa época pretendían un club distinto, separado del Círculo Universitario y, al no acordar con los menores, fundaron uno nuevo, con apelativo de árboles”, se refiere Cacho a la división de los más grandes de aquel grupo que se fueron de La U para dar vida a Los Tarcos. “En el 55 comenzó la historia, diría la mejor historia del club, escrita con viejos de 15 a 24 años, a partir de un cero absoluto”, afirma el ingeniero y en el libro recuerda así a algunos de esos hombres fundamentales: “Por ahí anda el Ñato Nieva Moreno, no tan lejos el Teco Giovanello, Piquillo Guzmán, Peluca Páez. Más cerca Carlitos Villafañe, Juan Cruz, Manguera Peralta, Bikini González, los Ternavasio, los Hebert. Por allá reaparece el alemán Von Buren, el petiso Piñero, el turco Falú, Carlitos Docampo. Hoy aun nos ronda el alma de Gallina Albornoz. ¡Tantos!

«Gallina» Albornoz (de traje), Carlos Docampo, Valdez, Carlos Maurín, Julio Centurión y Aldo Calliera (de traje). En cuclillas: Juan Cruz, Cachito Gutiérrez, Rolando Piñero y Pato Marteau. “Diría que es 1.958, aproximadamente”, se esfuerza Cacho.

VALORES
De esos problemas que afectan hoy al deporte de la pelota ovalada, Cacho pide “que los valores del rugby deben actualizarse”. Y que “para hacerlo, es necesario que los clubes encarguen esa tarea a sociólogos aplicados, a gente capacitada, a profesionales, a quienes se debe hacer conocer la realidad de los clubes”.
“Hay gente que habla de los valores del rugby y no sabe de qué está hablando. Siempre hubo una presunción de que el rugby era la perfección, ¡y no es cierto! El rugby no inventó los valores. Los valores ya existen, se los lleva al rugby para complementar con lo que el juego y la vida club sean capaces de enseñar”, opina Cacho. “El rugby no es el cielo, pero puede ayudar”, añade. Y reniega: “Una vez, porque había mucho despelote entre barritas, presenté en la Unión y en mi club un proyecto, del que se haría cargo un sociólogo de una facultad, Racho Hernández, con el que ya había hablado de mi idea. Él, que había sido jugador y conocía el rugby, estaba dispuesto a formarme un equipo de trabajo con un grupo de jóvenes que lo rodeaban. Tenía un costo. Todavía sigo esperando que me respondan la nota…

Valdez define al rugby como un sano vehículo que lleva consigo, cómodamente, amistad y solidaridad”.  Y se define a sí mismo “padre y abuelo de hombres jugadores de Uni, lógicamente, e ingeniero de abajo hasta arriba en la Dirección de Vialidad de la Provincia”.

Reconocimiento de La U.

Cacho se adjudica “la idea de la regionalización del rugby en el NOA”. “Propuse esa idea y hasta el día de hoy defiendo a muerte el potencial y la identidad de la región por sobre Buenos Aires y el Centro del país. Debe hacerse política desde acá, estando unidos, siendo uno y haciendo que los porteños viajen para acá a reunirse y no que nosotros tengamos que ir a Buenos Aires”, sueña en voz alta.

¿LE DIO AL RUGBY TODO LO QUE MERECÍA COMO DEPORTE?
No lo puedo saber. El esfuerzo por darle todo, lo hice, no tengas dudas.
¿Y QUÉ LE DIO EL RUGBY A USTED?
El rugby me dio todas las sorpresas que te da el deporte: una mezcla de alegrías, a veces de pena. Es una forma de vivir. Yo sí puedo decir, con seguridad, que adopté como filosofía de vida el concepto deporte- rugby. Al rugby hay que ayudarlo y yo lo seguiré ayudando hasta que Dios disponga.
¿A PARTIR DE ESO, DE QUE DIOS DISPONGA, QUÉ PIENSA DE LA MUERTE?
He sido, y soy, tan feliz en mi vida, que me da bronca morirme. Mucha bronca. Porque soy un tipo feliz.
¿QUÉ LO MOTIVA DÍA A DÍA PARA VIVIR?
Creo que para mucho más del 50% soy agradable. Sé que me tienen afecto y respeto y con eso hay amistad. Me siento querido, en general. Y eso va mucho en favor de mi ego, jajajjajaj.

Hijo de papá empleado ferroviario y vicepresidente de Central Norte y de mamá ama de casa y el del medio de un hermano y una hermana, Cacho, criado en la zona de Entre Ríos y Lamadrid, era un futbolero de pies a cabeza. Jugaba en Central Norte (la cancha era en donde hoy está Los Tarcos). “Creo, a esta altura de mi vida, que yo era un muy buen jugador de fútbol. Un wing izquierdo distinto, rememora.Luego, en el colegio Nacional, conocí a muchachos con los que fuimos a jugar rugby al club Estudiantes. Corría el año 49. Después se desarmó es aventura y cada uno tomó distintos rumbos”, detalla.

Cacho y otros muchachos, previa fundación y paso por Corsarios y ya decidiéndose por el rugby ante el fútbol, arribó a Universitario. Era 1950. Y sigue contando…

Su hijo Esteban, con Luis, hermano de Cacho.

¡En acción! Cacho en el último Seven de Tafí del Valle que jugó, en 2009. La foto la tomó su compañera, Rossana.

¿QUÉ TÍTULO LE PONDRÍA A ESA HISTORIA CON LA U?
Casual. Ese es el título.Un ignoto muchacho de barrio me interesó sobre las bondades de un deporte nuevo, siendo yo un hombre del fútbol, y jamás dejaré de agradecerle. Andando conseguí a los muchachos de La U, con quienes, apasionadamente, comenzamos a armar la estructura básica del club.

Año 19070: «Pepe» Esteban,  «Robot» Campos, «Requeté» Ascárate, Nucci, Arturo Peiró, «Cacho» Valdez y Pepe Teán. “Luego de un asado de reencuentro”, recuerda Valdez.

Hay gente que habla de los valores del rugby y no sabe de qué está hablando. Siempre hubo una presunción de que el rugby era la perfección, ¡y no es cierto! El rugby no inventó los valores. Los valores ya existen, se los lleva al rugby para complementar con lo que el juego y la vida club sean capaces de enseñar”

Cacho asegura haber disfrutado un montón del rugby. Sonríe y recuerda a la barra y a “las sedes” (bares, plazas, casas) en las que se juntaba con la tropa. Con los muchachos de La U. En el libro, dejó escrito: “Hemos apostado a la libertad, en el difícil intento por conseguirla, para gozarla mejor y respetarla más. Al libre albedrío, con mirada y actitud propia del buen ejemplo y la convicción”.

¿CUÁL FUE EL MEJOR JUGADOR QUE VIO?
Pablo Garretón. Sin dudas.
¿CÓMO RECUERDA A PAPUCHI GUASTELLA?
Como uno de mis dos o tres amigos porteños. Vino a jugar a Tucumán, en 1959. Él era medio apertura del combinado de Capital Federal y yo inside izquierdo del combinado tucumano. Pero resulta que ya nos conocíamos, desde el año 50. Pueyrredón hacía un Seven y un profesor mío en el colegio Nacional me pidió que armara un equipo y fuéramos. Ahí lo conocí a Guastella. Ambos éramos capitanes de los equipos. En ese partido metí un drop de cerca de mirad de cancha que Papuchi recordó cuando vino acá en el 59. Increíble, ¡describió todo tal cual! Por supuesto esa vez perdimos como 80 a 4 (el drop valía 4 puntos) pero él recordaba mi drop de zurda.
PAPUCHI HABLABA DE RUGBY AMATEUR Y PROFESIONAL, NO UNO U OTRO…
Yo soy meramente amateur. No me hago el amateur. Sigo pagando mi cuota. Nunca cobré para jugar ni al fútbol ni al rugby. Prefería pagar para jugar. Me gustaba jugar. Los mejores Pumas que yo he visto fueron los del 65. Todos amateurs.
Hoy no hay negocio. Lo que hay es un “innegocio”. Hoy se está mirando mucho y se pone precio a los chicos. No me convence que desde tan chico lo estén preparando al jugador para algo que deja de ser el deporte puro y pasa a ser “tener que ser como el que juega en el exterior”.

Con Papuchi Guastella y el Sapo Meretta.

Parte del equipo La U de los años 50: (de izquierda a derecha) Pelayo Méndez, Chiqui fonyo, Ascárate, Valdez,  el Negro Guzmán, Pepe Gómez Rossi, Luis Remonda, Cacho Zelarayán y  Luis Nieva Moreno.

Con Chicho Rovira y el Morsa Maxud.

EL GRAN SATURNINO RACIMO
En esa corta lista de amigos porteños que tuvo en su vida deportiva vale –hay que- mencionar a Saturnino Racimo. Para Cacho, muy valioso. “Nuestra representante en Buenos Aires. Un tipo muy inteligente”, quien además “nos dio las primeras 20 camisetas naranjas con cuello y puños blancos y unas medias anaranjadas para el seleccionado, que hasta entonces usaba marrones. Se estrenaron el 11 de agosto de 1971, en una derrota por 21 a 9 del seleccionado con Oxford- Cambridge» .
PICHOT
No lo reconozco como nada, excepto como gran jugador. Es un tipo inteligente pero me parece que es un chico muy egoísta. Ahora tuvo un castigo, cuando quiso ser el rey. El otro, el inglés, fue más rápido. ¿Si le hace bien al rugby? Soy amateur, no me tirés la lengua…

HÁBLEME DEL AMBIENTE DEL RUGBY
En todo lugar de la sociedad vas a encontrar gente de toda categoría: de mucho valor y otra que no sirve. Es ineludible. Lo que a mí fastidia es la gente que sin méritos ocupa lugares que no debería. Si aparte esa gente carece de valores morales, éticos, tampoco me gusta.
¿Y CÓMO «LLEGAN»?
Es probable que lleguen porque en general hay una sociedad que está deprimida. La moda, el hecho, eso infame y desgraciado, es un lugar común en la sociedad, que, en general, está hecha pelota en esos famosos valores. Hay instituciones que dejan mucho que desear, por qué el deporte sería la excepción. Sería ideal que aquellos, que son tantos, sean cada vez menos. Es como en el juego, si estás offside, sabés que no podés jugar. Si atravesás ese límite, te van a penalizar. Reconocer esos límites es ser ético.

Sigo convencido que todo tiempo pasado fue mejor, sobre todo mi tiempo pasado, aquel que transcurrió en el club”, asegura Valdez, que nos regala, para el final, un extracto de Diálogo con Erick (uno de sus siete nietos) de los capítulos de su vida escrita, de su SENTIMIENTO: “Por ahora, aprovechá tu divino presente y sin juzgar demasiado, acordate de mí, que vengo a ser tu pasado, algo así como tu cimiento, tu raíz, soy tu club, tu deporte, mi club, mi deporte…”

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PERFIL
Nombre completo: Carlos Alberto Valdez | Edad: 87 | Hijos: 4 | Nietos: 7
Nació en Tucumán en abril de 1933. De los 12 a sus 17 años jugó al fútbol en Central Norte. Jugó rugby en el club Estudiantes y luego en Corsarios (1946/47). A Universitario llega en 1950. Fue jugador de Primera durante 14 años. Como jugador y entrenador ganó 12 campeonatos Anuales y otros Preparación, Clausura y Seven. Fue cinco años entrenador de Infantiles. Ocupó diferentes cargos directivos y la presidencia de La U de 1982 a 1992.
Fue jugador del combinado tucumano (predecesor del seleccionado) hasta 1964 y entrenador del Seleccionado tucumano de 1972 a 1973, que logró el subcampeonato Argentino y enfrentó por primera vez a los All Blacks. Fue además secretario del Consejo Directivo de la Unión y fundador y presidente de Old Virgins, con quienes jugó por última vez en el Seven de Tafí del Valle 2009. En el ámbito de la UAR, le tocó ser el presidente de la delegación que viajó a competir al Seven de Tokyo, Japón, en 1996.

Diego Esper

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Cacho Valdez una institución del rugby tucumano. Un maestro.

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