Aguará Guazú, el club que terminó de nacer con la “Puma manía” de 2007

 Aguará Guazú, el club que terminó de nacer con la “Puma manía” de 2007

Por José Lescano, el “negro fama”.

“Aguilares, Aguilares, Aguilares tiene un club…no es Newbery, ni Deportivo, es el Aguará Guazú”

Tal vez nadie sepa en Aguilares el nombre del autor de este verso, pero  lo que todos saben es que desde hace 13 años hay un club de rugby en Aguilares: Aguará Guazú, que nació un  27 de octubre de 2007, que nació y vive como producto de muchos intentos.

Tal vez su primer intento sea el de 1973, cuando de la mano del Beto Antoni empezó llamándose solo Aguará. Se dice que el nombre fue elegido al azar, que ese grupo de amigos no sabía cómo ponerle a ese primer club, hasta que alguien tuvo la idea de bautizarlo con el primer nombre que apareciera al abrir el diccionario.
Ese Aguará no tuvo mucha vida, murió por falta de apoyo dirigencial y terminó en la memoria de un jugador de infantiles, José Lescano. En 1988 apareció otro intento de un club de rugby: el Sport Club. Ese intento de rugby fue efímero  y murió de la misma causa que el primero, de la falta de una dirigencia que le permita seguir existiendo. El tercer intento fue muy bueno. Fue el turno de Los Lapachos rugby club, que estaba en el predio que el Club Social de Centro Progreso tiene en las cercanías de Los Sarmientos. El intento era muy bueno, era un sueño hecho realidad, con una participación en el torneo de pre intermedia de la Unión tucumana de rugby. Pero, el intento tuvo la misma falta de acompañamiento de los dirigentes y más el distanciamiento entre quienes eran los dueños del predio y los jugadores -eran hijos de trabajadores en su mayoría-  llevó al fin de Los Lapachos RC. Se dice que esa fue una de las semillas de Aguará Guazú.

Faltos de un lugar que los contenga, los ex Los Lapachos de la mano de Juan Sánchez hijo siguieron jugando al rugby extraoficialmente, realizando partidos con equipos de Santa Ana, La Cocha, Alberdi. Este impulso los llevó a armar una cancha de rugby en un predio abandonado a la par de lo que es hoy el Hospital de Aguilares. Se dice que aquellos viejos muchachos salieron una noche a juntar firmas para que la municipalidad repatriara las haches olvidadas en el predio de Los Lapachos y que un día del mes de febrero los amigos del barrio Roca tuvieron su cancha. Cuenta la historia que ese día, todos y cada uno de ellos despertaron con la noticia, que a la tarde se dedicaron a limpiar, a sacar piedras, yuyos, que tocatiaron.
Tal vez, a ellos les faltó creer que se podía, que era su tiempo, tal vez la juventud  de sus años les jugó una mala pasada.

EL BOOM
El año 2007 fue el año Los Pumas. Se jugó el Mundial de Rugby en Francia. Los Pumas jugaban el primer partido con los dueños de casa y lograrían vencerlos en un excitante partido, con el agónico try del Nani  Corletto. También se enfrentaron por el tercer puesto, y Los Pumas volvieron a ganar, logrando el histórico tercer puesto. Como era de suponerse, se produjo la Puma manía y en Aguilares no fue la excepción. Hijo del viejo Aguará, volví de aquello de andar lejos del pago para armar un club de rugby en Aguilares. Tenía en mi memoria el nombre Aguará y le agregué Guazú. Lo busqué a Javier Corroto para el proyecto de un club. Por falta de una firma el Aguará no nace en el predio del “campito”, que es un terreno cerca del arroyo Barrientos, hoy un asentamiento vecinal. De a poco esa idea de un club fue creciendo, con la aparición de más personas en el proyecto, como Carlos García, Fernando Zitke, Jorge Jaime, Daniel LLorente, Lito Avila, Roberto Pintos.

Hasta ahí la historia que me contaron. Sé que un día del mes de octubre del 2007 salí a correr en el circuito de la salud, que es una manzana frente al Hospital, sé que esa tarde noche me encontré con Marcelo Carpio, que tenía una pelota de rugby, me acerqué y, curioso de esa pelota que portaba en sus manos, le pregunté qué estaba haciendo.  “Hola cebolla, estamos por juntarnos a jugar una tocata, queremos hacer un club de rugby”, me dijo. “¡Qué bueno!”, dije yo. “Voy a dar unas vueltas y cuando vea que están por empezar, me sumo”, agregué.

Esa noche corría y miraba que a Carpio se le fueron sumando más chicos, cada vez eran más, me acerqué y me sumaron a la primera tocata. En ese momento no sabía que estaba entrando en la historia de un nuevo club. Esa noche era un 27 de octubre. Empecé un camino que me llevó por un nuevo deporte, a esa noche le siguió un sábado en el predio donde después sería el club, ese sábado empezamos con un gazebo como primer campamento, ese sábado armamos con tarimas de madera una cerca para delimitar la cancha, ese sábado lo glorificamos con un cuadrangular, seguido de un tercer tiempo infinito, nunca pensé que iba a dejar el fútbol, nunca pensé que me vería entrenando martes y jueves a las dos y media de la tarde, durante más de diez años, con viajes a Coipú, La Querencia, Monteros, y que jugaría el primer partido del club Aguará Guazú, que fue en el torneo en conmemoración de Pablo Prieto, en la cancha uno de Huirapuca. Después sería una foto donde estamos todos sentados en la tribuna de cemento de Huira.



Decir que Aguará fue un sueño de muchos, de muchos que soñaron con un lugar en Aguilares donde jugar al rugby, que fue una tarde de poner unos postes viejos, con chapas viejas para el primer quincho, decir que fue un momento en que el que entrenaba con nosotros Yori se paró del otro lado y dijo “yo desde ahora voy a ser el preparador físico”, y nos llevó a hacer la mejor pretemporada que yo recuerde que incluyó ejercicios de boxeo, un viaje a Monte Bello con ejercicios militares, carreras por el arroyo Barrientos, con el broche de oro que fue Escaba, que después fue la mejor foto de rugby en la que estoy. Decir que Aguará Guazú debutó en 2008 en el torneo de Pre intermedia en la cancha número dos de Universitario, decir que ese día Uni nos recibió con una derrota, con fideos con tuco, con un tercer tiempo en el que el Gallo Pintos demostró el showman que es, y que después volvimos contentos a nuestro quincho lastimoso, derrotados pero felices, decir que decían “¿cuándo íbamos a ganar?, “siempre pierden ustedes”, hasta que un día esas voces se fueron callando, esas voces que buscaban eso que nunca buscamos ganar, o resultados a corto plazo, pero ganamos, ganamos los partidos con clubes como nosotros, con los clubes del interior, hoy del Desarrollo, que jugamos de noche el último partido del glorioso 2008, en la cancha número 1 de Tucumán Rugby. Una noche soñada, jugamos el partido que muchos nunca jugaron y tal vez algún resultadista diga, “pero perdieron”, sí, perdimos. Decir que después el quincho viejo, hecho de retazos viejos, se desarmó, que después hicimos uno nuevo, de ladrillos y cemento, y cada uno se paraba y lo miraba y se sentía orgulloso de esa pequeña construcción hecha a puro sacrificio. En ese momento, muchos entendimos lo que significaba hecho a pulmón. Que un año en el que jugábamos en la Pre, ese loco que era nuestro PF se paró y dijo “yo les prometo que si ustedes le ganan a uno de los equipos de primera les regalo 6 cajones de cerveza” y decir que ese año le ganamos en su cancha a Uni y que al volver pagó con mucho gusto los seis cajones y fue una de los mejores tercer tiempo de aquellos años, porque ese año le ganamos también en la cancha dos a Tucumán rugby en una tarde de lluvia, pero para eso pasaron muchos años, muchos jugadores.

DE PRIMERA
Decir que Aguará dejó de ser un sueño es ver por ahí en algún lugar de Aguilares a un pibe con una camiseta azul grana, como dice el Toro, “te eriza la piel, porque es igual a que hay un club vivo, con errores con aciertos”. Aciertos como decir que sí cuando de la Unión llamó porque los que temían que jugar en Primera no querían jugar por falta de jugadores, porque hay que decirlo, el campeonato de primera de Tucumán es uno de los campeonatos de rugby más fuertes del país, y Aguará dijo que sí, que Aguará estaba para jugar en Primera, y ese año, 2014, hubo gente que no creía en nosotros, gente que nos auguraba una muerte como club, como institución, pero nosotros queríamos jugar, queríamos ver si podíamos, y perdón porque lo jugamos, perdón porque nunca ganamos un partido ese año, pero cada partido salimos a ganar, y gracias por esa oportunidad, gracias por el debut en primera ante Cardenales en una tarde de lluvia, con el drop de Cachorro González, que fue nuestro primeros tres puntos en Primera, pero nuestro debut verdadero fue ante Tucumán Rugby, de local, con una multitud acompañándonos en nuestras tribunas poniendo al rugby como tema principal en todas las conversaciones de Aguilares, y fue hermoso ver a Tucumán sucumbir aunque solo sea por veinte minutos ante ese pequeño David que golpeaba el ego del gigante del rugby, porque Aguará arrancó ganando, con un try de pick and go de Exequiel Assaf. Ver a Julio Farias, aquel Puma que había anotado un try a Nueva Zelanda en el Mundial 2011 enojado gritándoles a sus compañeros… Fue hermosa esa tarde; ellos nos aplastaron, pero me quedo con los veinte minutos de Aguará, con un Puma enojado al costado de la cancha. Después fuimos a Los Tarcos y que empezamos ganando por 33 a 31 en el primer tiempo y todos en las tribunas del local se ponían locos gritando que quienes son esos para venir a ganar, jueguen, vamos Tarcos, pero un try mal anulado a Rodrigo Godino, más el ingreso de los hermanos Cortez en el segundo tiempo puso las cosas en su lugar y volvimos con otra derrota. 

Decir que Aguará a sus 7 años jugó una noche fría de invierno en La Caldera del rugby nacional, la cancha uno de Lawn Tennis, con un resultado adverso, decir que ese año hicimos nueve viajes a Salta, que no ganamos un partido pero que hubo momentos de buen juego que invitaban a soñar, que fue el año más duro de la institución, que el objetivo era jugar todos los partidos, y los jugamos a todos, que el último partido de ese año fue con Natación, por la Permanencia en Primera: íbamos ganando y lo perdimos al final. 

El sueño se hizo realidad y cumple 13 años en el peor de los años como lo es el 2020 -por la pandemia de covid- y sigue vivo con un bono contribución, con mejoras edilicias, pero no hay que olvidar que no solo es rugby masculino, también es rugby femenino, con participación en campeonatos provinciales y la aparición de las primeras  Pumas y Naranjas.

Aguará también es hockey, femenino y masculino, con una lucha cada día por sobrevivir.

Y tal vez Aguará solo sea un grito de “Fuerza Aguará Guazú” entonado por su hincha número uno, Santiago Saad, o la voz del costado de la cancha de la Banda del Fernet, de los Soberones alentando en cada partido.

Fuerza Aguará Guazú, felices 13 años de vida.

Manuel Cardozo

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