Súper Rugby Aotearoa por dentro: las vivencias de un tucumano

 Súper Rugby Aotearoa por dentro: las vivencias de un tucumano

Martín Belmonte es un licenciado en administración de empresas tucumano de 36 años que reside en Nueva Zelanda, con visa de trabajo. Desde noviembre del 2019, está viviendo en la Bahía de Plenty (Bay of Plenty), en la zona de Tauranga, donde, asegura, hay una gran comunidad latina y en donde conoció a un grupo de argentinos.

Entre tantas vivencias que está pudiendo disfrutar desde que el país volvió a la normalidad pos aislamiento social obligatorio (lockdown), Martín se apuntó una sin igual: vivir por dentro un partido de Super Rugby, el de mejor nivel del mundo.

El sábado, Martín, junto a su pareja Belén y a un grupo de jóvenes argentinos que al igual que ellos experimentan trabajo y turismo en Nueva Zelanda, asistió al partido que disputaron Chiefs y Hurricanes, en Hamilton. En un envío especial para Scrum 5, Martín comparte su experiencia en un país ultra fanático del rugby.
La pasada del tucumano por la casa de los Chiefs incluyó un regalo especial para Scrum 5: un video saludo del gran tercera línea y All Blacks, Sam Cane.

Fue muy simpático ese gesto de Sam Cane de salir a estar en contacto con el público, saludar y firmar autógrafos”, destaca Martín, quien antes de describir lo que fue la ida a la cancha, repasa los tiempos de lockdown, la cuarentena kiwi.
Por suerte se hizo a tiempo y el país pudo salir de las fases de alerta y llegar a la fase 1, que es la de menos peligro frente al virus. En el tiempo de lockdown se podía ver muy poca gente en las calles y en los bares pero, siempre la televisión mostrando rugby. Donde hay un bar hay una tele y donde hay una tele, hay rugby«, grafica Belmonte lo que es el rugby en el país de los All Blacks. «Me llamó la atención la mucha difusión del rugby femenino, de 15 y de 7. El neozelandés es muy fanático y mira muchos partidos  históricos, del pasado, de otras temporadas», subrayó.

“Hubo mucha ansiedad por la vuelta al deporte. La esperanza de que se controle a la pandemia siempre estuvo, a la espera del nuevo torneo de rugby”¸ cuenta el tucumano. “Cuando nos enteramos que iba a empezar el torneo decidimos vivir la experiencia de vivir un partido de estas características, con jugadores de tanta calidad y con la fama del rugby aquí. Así es que fuimos a ver Chiefs con Hurricanes en Hamiltom. Tuvimos que manejar más de 100 kilómetros desde Tuaranga hasta Hamilton.
Las entradas las podés comprar por internet e imprimir en tu casa y te evitás de retirarlas en el estadio. Es muy fácil. Ese método elegimos. Las compramos tres días antes y las imprimimos en una biblioteca municipal, que las hay en cada pueblo o ciudad
”, añade y detalla: “Las entradas más económicas para adultos cuenta 15 dólares y son para ubicarse detrás de los palos. El estadio está sectorizado y lo precios de las entradas ascienden de los 15 hasta los 65 dólares. Hay zona techada, zona de fan y zona familiar, donde no se puede consumir alcohol ni fumar”.

NUEVA NORMALIDAD, MISMA LOCURA
Martín, lejos, muy lejos, en Nueza Zelanda, camino al estadio de los Chiefs extrañó caminar por las calles de La Ciudadela, junto a su hermano y amigos, para ver al Santo, como solía hacerlo en Tucumán. Pero a la distancia, igual, se llenó de pasión. “Realmente llegar al estadio te hace sentir la pasión del rugby que tiene el neozelandés. Uno que no conoce lo que es la pasión del rugby, hace una comparación con lo que es el fútbol en la Argentina. Es bastante similar. Ves a toda la gente acercándose al estadio con locura y alegría, las calles cortadas, todos los estacionamientos están repletos, tenés que estacionar muchas cuadras antes. Nosotros estacionamos en una escuela, que forma parte del espectáculo y se puede estacionar en su campus pagando un bajo precio”, explica Martín. “Todo es muy similar a lo que uno ve cuando hay un partido de fútbol en la Argentina: gente llegando desde todos lados como una marea con sus camisetas acercándose a la cancha”, compara.

“Algo para destacar de la gente que va a la cancha es la diversidad: niños, adultos mayores, compañeros de trabajo, turistas. Podría decir que el hincha es muy diverso y eso le da un tono muy agradable a las tribunas del estadio, que son mixtas: locales y visitantes comparten sectores y en ningún momento se ve conflicto o problema. Es un ambiente de camaradería, de respeto, de compartir un partido de rugby. En ningún momento se sintió inseguridad, todo lo contrario, fue una fiesta ver un partido y disfrutar de las tribunas con ambas camisetas”, remarcó Belmonte antes de repasar el partido que jamás olvidará, a pesar de la derrota de los locales a manos de los huracanes de Wellington.

“El comienzo del partido fue con una ceremonia inaugural, a la altura de tanta espera luego del lockdown. Un grupo de adolescentes, mujeres y hombres, vestidos con ropa típica de los maoríes, hicieron el haka. Luego empezó el partido. Es realmente un show, no es solamente un juego deportivo. Desde que uno llega al estadio hasta que comienza el partido suena música, se proyectan imágenes en las pantallas, se muestra a la enteg en ellas y la adrenalina crece, querés que el partido comience ya”, rememora Martín. Y describe: “A pesar de la gran cantidad de gente, el ingreso es ordenado y rápido. Las entradas que habíamos impreso tenían un código QR que al ser leído te indica la zona asignada. Te reciben con una bandera del equipo local, que flameamos cuando ingresó el equipo. Durante el partido, mi sensación fue una mezcla de pasión y show. Mientras el juego estaba en desarrollo, la gente estaba concentrada en él, pero cuando se corta el juego, el estadio proyecta en sus pantallas la kiss cam (enfocan las parejas para que se besen) o las fans cam (se enfoca a fanáticos para que saluden, bailen, hagan muecas). Los niños ocupan las primeras líneas de los asientos, así están cerca de los camarógrafos y son los principales actores cuando el juego se detiene”.

En el entretiempo, según el relato del protagonista de esta historia, sucede lo mismo que en cada presentación que solía hacer Jaguares en Vélez, también por el Super Rugby: dirigirse a la zona de fanáticos a beber, comer y comprarse alguna pilcha o recuerdo en las tiendas y volver a ver el partido.
“Aquí las vedettes son las salchichas empanizadas con ketchup, las hamburguesas y obviamente la cerveza y el café. Al comienzo del segundo tiempo, todos vuelven con sus combos para continuar viendo el segundo tiempo”, describe Martín. Y comparte le dato: “La comida dentro del estadio es bastante accesible, con precios parecidos a los de la calle. Un café ronda los 4 y 5 dólares, las hamburguesas van de 5 a 6 dólares, la papas fritas de 4 a 5 y las cervezas cuestan 5 dólares. No hay ningún tipo de sobreprecios. La gente puede acceder de manera fácil y rápida, pagando con su tarjeta”. Un dólar neozelandés son $46, 40.

Consumo. Comidas y bebidas a full; 1 dólar neozelandés son $46, 40.

Belmonte destacó también que “la gente alienta y arenga mucho a sus jugadores, de manera constante, con cantos, cornetas o campanas que llevan para sumar sonido a las tribunas y, a veces, para desconcentrar a los pateadores también”.
“Una vez terminado el partido, la gente sale ordenadamente”, cierra su diario de una pasión Belmonte, un tucumano que vive la vida así como los neozelandeses viven el rugby: con alegría y pasión.  

¡Muchas gracias Martín!

Martín Belmonte en la tierra de los All Blacks. Aquí, afuera del estadio de los Chiefs, en Hamilton.

Diego Esper

0 Reviews

Write a Review

Publicación relacionada

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.