El nuevo presidente de Tucumán Rugby: de no haber jugado nunca, a llegar a lo máximo como dirigente y proyectar la gloria
En la línea de tiempo de su vida Miguel Barrera acaba de fijar el 4 de marzo de 2021 como otra de sus fechas importantes, de esas que marcan a una persona. Tanto valor tiene el 4M, que lo ubica al lado de los nacimientos de sus hijos, de su casamiento y de su graduación. Este 4 de marzo, Barrera, de 62 años, fue designado presidente de Tucumán Rugby para el período 2021-2023. Atrás, el contador público nacional y docente universitario en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNT deja registrada una década ininterrumpida como tesorero de la institución de Yerba Buena.
A diferencia de sus hijos Miguel, Nicolás, Facundo y Diego, el dirigente nunca jugó al rugby. Y a ese dato, reforzado con la particularidad de que tampoco porta un origen en el deporte de la ovalada, lo toma como impulso para ser ejemplo ante sus pares. «Me parece interesante demostrar que se puede llegar a lo máximo en un club a nivel dirigencial aun no viniendo del ámbito del rugby«, avisa Barrera en la charla, café de por medio, que mantuvo con SCRUM 5.
Barerra –cuyo vicepresidente será Julio José Paz– asegura que 10 años de gestión «hacen que no sienta el peso de no haber jugado. No tiene absolutamente nada que ver. Es más, algunos de los sponsors míos para que sea presidente son históricos como el Cheto Santamarina, Santiago Mesón, Gabriel Terán, Ricardo Sauze, entre otros. No tengo cuestiones personales ni de ningún tipo con alguien que, por ejemplo, haya jugado 15 o 20 años y diga ‘qué hace este flaco dirigiendo a mi club si nunca tocó una pelota'». «Obviamente debe haber varias personas que no estén de acuerdo o conformes, pero celebro eso; no pretendo que haya unanimidad, prefiero que haya gente que me esté midiendo. Hace que el desafío sea más grande. Está bueno que la mayoría me acepte y otros estén expectantes para ver si funciona. Y si funciona, quiere decir que puede funcionar en todos los clubes«, analiza.
«Jamás me sentí de otro palo. Desde el primer día que llegué al club me trataron como en mi casa. Como si hubiese jugado toda mi vida. Hoy, me siento hombre del rugby. Tucumán Rugby hace culto de su lema, más que un club, una amistad. Está presente en el comportamiento de todos”, destaca el Verdinegro.
Orígenes
Su lazo con el rugby llega por el lado de la familia de su esposa, que es hija de Cacho Puente y hermana de Cachito, Juan y José Puente, hombres de Tucumán Rugby. Además, es sobrina de Keko Frías, otro personaje y símbolo de la vida del Verdinegro y del deporte tucumano. «Yo jugaba al básquet, al fútbol, ando en bicicleta, corrí maratones, pero nada de rugby, jamás; empiezo a tener relaciones con el club acompañando a mi hijo Miguelito, que se inició a los 11 años. Hablo de 1997 o 1998, aunque ya iba a la cancha de casado, en el 86, porque jugaba mi cuñado«, recuerda el contador, cuya alegría por asumir la presidencia del club resulta indisimulable en su rostro. Barerra está contento. Se lo ve pleno. Se siente en el momento ideal para encabezar una Comisión Directiva a la que, está convencido, «la integran hombres y mujeres con muchísimo potencial, ideales por sus perfiles y experiencias en gestión para estar en el club«.
“Esta presidencia es un premio para mí, lo tomo como un reconocimiento a tantos años de gestión. Los objetivos de esta Comisión Directiva serán engrandecer al club, todavía más, en lo deportivo y en lo institucional”, admite Miguel, que quiere que Tucumán Rugby repunte en lo deportivo y vuelva a ganar títulos.
¿Y el rugby femenino?
Si se propone la idea y la dirección va hacia contener a un determinado sector del club, lo haremos. El club es un lugar de contención, no es de ninguna persona.
Barrera es hijo de un padre ferroviario (falleció cuando Miguel tenía 23) y de una madre maestra que a sus 90 años sigue preguntando cómo salió El Verdinegro. «Hasta el 2019 miraba la repetición de Nuestro Rugby en CCC a la medianoche y pedía que no le dijéramos cómo había salido el club para enterarse en el programa«, cuenta Miguel, que se considera también un defensor de la educación pública. «Antes te igualaba. Era una rareza asistir a un privado. Lo mejor era ir a la Mitre, al Nacional o la José Mármol; la educación pública no hacía diferencias«, expresa.
¿Cómo se inicia tu rol dirigencial?
Fue acompañando a Roberto Martínez Zavalía. Nos picó el bicho de tomar las riendas del club después de organizar con éxito una gira por Sudáfrica, en 2010. Nos fue tan bien que nos propusimos involucrarnos más en el club para potenciarlo. Así es que iniciamos nuestro período en 2011, yo me incliné hacia el rol de las finanzas, dada mi profesión. Y logramos potenciar al club, aumentamos la masa societaria y conseguimos ingresos de sponsors. Explotamos los aspectos comerciales y de marketing.
Al hablar de gestión, Barrera resalta que es una acción de “día a día”, que “no me cuesta para nada” y enfatiza que para cualquier dirigencia «sin el apoyo de la masa societaria se desvirtúa la gestión y no se puede hacer absolutamente nada. La viabilidad a un club se la da la masa societaria”. “El sponsor debe ser una plusvalía. Debe servir algo para hacer obras. Hay que sostenerse con la cuota de los socios, que debe ser acorde a lo que el club le ofrece«, amplía el dirigente y valora “el espectacular comportamiento de los socios del club durante el 2020, el peor año de todos por la pandemia. Su aporte, más los ATP del Gobierno Nacional y los subsidios y envíos de la UAR, nos ayudaron para para atravesar el año”.
Tucumán Rugby cuenta con alrededor de 1400 cápitas (personas que pagan la cuota) pero en muchos casos hay que multiplicar por grupos familiares. Así, cuenta con unos 3500 socios.
“Los clubes son sociales, deportivos y sin fines de lucro. Pero son unidades económicas también. Hay gente trabajando y hay que pagarle y hay impuestos y servicios que afrontar. Si no se organiza eso, un club se convierte en inviable y dependen de que alguien meta la mano en su bolsillo”, define Barrera.
Uno para todos
Miguel Barrera tiene, entre otros, un proyecto de ayuda mutua que involucre a la Unión y a todos los clubes de Tucumán. “Para que Lewis Hamilton corra y salga campeón en Fórmula 1 necesita que otros veintitantos corran. Nos pasa igual. De nada nos serviría estar espectaculares económicamente y que otros clubes estén mal. Si alguno de los clubes tiene problemas, Tucumán Rugby debe ayudar. Se tiene que preocupar. Le tiene que interesar”, asegura. “Hay que ver la forma de conectarnos entre todos los clubes y ayudarnos mutuamente, en varios temas. Así es que estamos abiertos a recibir o visitar a todos los clubes, de todas las divisiones y a la Unión de Rugby de Tucumán, cuyo presidente ya me llamó y felicitó”, añadió, antes del último sorbo de café y de la última reflexión: “hoy me siento el abanderado del colegio. He llegado a lo máximo”.